El comentario de la mujer del presidente francés ha desatado una oleada de críticas en gran parte del cuadro político

Brigitte Macron, de 72 años, se ha convertido en el epicentro de una enorme tormenta política y mediática después de que un vídeo la mostrara utilizando un insulto que ha sacudido a todo el país.
El incidente se produjo tras la interrupción de un espectáculo del humorista Ary Abittan, cuya reputación quedó marcada desde 2021 cuando su expareja lo denunció por violación.
Tras tres años de investigación, el caso fue archivado a principios de este año por falta de pruebas, pero la polémica nunca desapareció del todo.
Y el pasado fin de semana, volvió a resurgir con fuerza cuando un grupo de feministas irrumpió en plena función en la sala Folies Bergère al grito de “Abittan violador”, ocultando sus rostros bajo máscaras con la cara del actor.
La protesta generó confusión entre el público y provocó la rápida intervención del personal de seguridad. El equipo legal de Abittan denunció de inmediato el “método radical” de las activistas, considerándolo injusto para alguien cuyo caso había sido cerrado por la Justicia.
Sin embargo, el colectivo #NousToutes convirtió el insulto de Brigitte Macron en un hashtag que inundó las redes sociales en cuestión de horas, transformándolo en una consigna viral.

Un día después de la protesta, Brigitte Macron asistió al espectáculo acompañada de su hija Tiphaine Auzière. Antes de que Abittan subiera al escenario, ambos mantuvieron una conversación en privado que fue captada en vídeo por un medio local.
Allí se oye al humorista confesar su temor de que la protesta se repitiera. Y entonces Brigitte responde, entre risas: “Si hay algunas z0rras estúp1das, las echaremos”.
También se refirió a las manifestantes como “bándidas enmascaradas”, un comentario que se expandió vertiginosamente por todo el país.
La respuesta política no tardó en llegar. Representantes de la izquierda radical y de los ecologistas criticaron duramente las declaraciones.
Una eurodiputada lamentó que Francia haya pasado de declarar los derechos de las mujeres como una prioridad del quinquenio a “insultarlas públicamente”.
Marine Tondelier calificó las palabras de “gravemente ofensivas” y afirmó que “una primera dama nunca debería hablar así”.
La polémica trascendió incluso al mundo de la cultura: la actriz Judith Godrèche, reconocida por su activismo contra la violencia sexual, reaccionó en redes sociales con ironía: “Yo también soy una p3rra sucia. Y apoyo a todas las demás”.
El equipo de Brigitte Macron emitió una explicación horas después, asegurando que la intención de la primera dama no era desacreditar al movimiento feminista, sino criticar el “método radical” empleado por las activistas que interrumpieron el espectáculo.
Subrayaron que sus palabras debían interpretarse en un contexto de distensión y no como un ataque a las mujeres, aunque esa aclaración no logró frenar la indignación.

Francia vive desde hace años una profunda tensión social por numerosos casos de acusaciones sexuales que han sacudido a figuras destacadas de la cultura.
El más notorio, el de Gérard Depardieu, quien fue condenado en mayo por agredir sexualmente a dos mujeres en un rodaje, algo que él sigue negando.
Emmanuel Macron, en 2023, llegó a defenderlo públicamente, calificando los ataques hacia el actor de “caza de brujas” y enfatizando la presunción de inocencia. Ese precedente intensificó aún más la sensibilidad del debate actual.
El escándalo provocado por las palabras de Brigitte Macron ha reabierto viejas heridas y alimentado un intenso debate sobre los límites del activismo, la responsabilidad de las figuras públicas y la tensión constante entre presunción de inocencia y lucha contra la violencia sexual.
Mientras algunos consideran que la primera dama se equivocó gravemente en el tono y el contenido de sus declaraciones, otros interpretan su reacción como un intento torpe —pero humano— de calmar a un artista visiblemente angustiado.
Lo cierto es que el país entero ha quedado polarizado. En las calles, en los medios y en las redes sociales, miles de ciudadanos se preguntan hasta qué punto una figura como la primera dama puede permitirse una expresión así, incluso en un contexto privado.
Y mientras el debate continúa encendiéndose, el nombre de Brigitte Macron sigue ocupando titulares, alimentando un escándalo que promete extenderse durante muchos días más.
